Salomé, los labios prohibidos







Salomé

Estás frente a esa persona que te roba el sueño, ves su cabello negro, su piel blanca, su boca ardiente y te acercas a besar sus labios, pero con un movimiento esa persona se aparta de ti. Se rompe tu corazón, nace el desprecio y la obsesión de poseer aquello que anhelas. ¿Qué serías capaz de hacer por ese beso negado? Lo que piensas, seguramente se queda corto comparado con lo que hizo Salomé.

La historia es muy famosa, Salomé es la hijastra del Rey Herodes, una mujer tan hermosa, que su belleza es comparada con la luna. Por supuesto, todos los hombres son débiles al hechizo de su cuerpo y eso incluye a su padrastro. A cambio de un baile, el Tetrarca le concederá lo que ella más anhele, incluso la mitad de su reino. La mujercita, caprichosa y despreciada por el profeta Jokanaán, le pide a su padrastro la cosa más inusual y sangrienta.

Esta historia, inspirada en un pasaje bíblico, la escribió el polémico Oscar Wilde en 1891. Ahora la podemos ver adaptada y dirigida por Mauricio García Lozano en el Centro Cultural Helénico. En escena, la bellísima Irene Azuela interpreta a la princesa, un personaje arrastrado por el despecho y la venganza. Además, hay un elenco maravilloso de profesionales con vasta experiencia en cine, teatro y televisión.

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Al comenzar, la obra da los elementos clave que nos ayudan a entender el desarrollo de la historia. Si la sienten un poco confusa, no se preocupen, es necesario y complementario para la segunda mitad de la obra. El vestuario es contemporáneo y muy bello, se opone armónicamente a la escenografía, cuyo elemento central es una pila de agua que será clave para una de las escenas más eróticas e imprescindibles de esta historia. La iluminación y la música son sutiles, hasta el momento del clímax, que nos sorprende con una orquesta de tambores en vivo, pequeños y ruidosos, que elevarán el ritmo de tu corazón y la temperatura de tu sangre.

El final de la obra es extraordinario, en verdad EXTRAORDINARIO. Se lo debemos al talento de Daniel Haddad y Leonardo Ortizgris. Nunca verán nada igual a tan sólo unas butacas de su asiento. Mejor que estar en una película de Tarantino.

Como dato extra, pero ya bien sabido: Irene es una diosa en el escenario, su silueta encaja perfectamente en los deseos de la sensual Salomé, se mueve con cadencia única de un lado a otro del escenario, coqueteando con esos deseos obscuros de los hombres que habitan su mundo, y el de los espectadores. Al salir, sabrán de qué es capaz una mujer por saciar sus deseos, mientras su mente no parará de repetir: “Baila para mí, Salomé”.

Salomé
Centro Cultural Helénico


Por Arely Dominguez. Agosto 2013. Play Boy

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