Un hombre ajeno, juntos pero solos

Un hombre ajeno

Alejandro Ricaño es un nombre ya conocido en el mundo teatral, afamado dramaturgo y director que se caracteriza por obras de gran potencia dramática e historias agridulces que te llevan desde las lágrimas hasta las carcajadas.
Su más reciente trabajo se llama Un hombre ajeno y es la historia de Tomás, quien está rodeado de gente, pero perdido. Nosotros recorremos su historia de la mano de otros personajes, y nos invita a conocer el por qué se encuentra en ese punto sin retorno, en donde debe decidir si construir el futuro o estancarse en el pasado.
Las interpretaciones son sublimes, José María YaspikOsvaldo Benavides y Adrián Vázquez son maravillosos, cada uno demuestra el por qué de su trayectoria. Adrián es conocido por su emblemático papel de Sunday en Más pequeños que el Guggenheim, obra del mismo Ricaño, pero sin ningún problema se logra quitar esa piel para darnos una gama más rica de emociones; a pesar de ser el más bajito, tiene una presencia arrebatadora y para nada es opacado por la versatilidad de Chema o la experiencia de Osvaldo, a quien hay que aplaudirle con creces sus personajes femeninos.
Un hombre ajeno

En toda la puesta en escena nos persigue la certeza de que a veces “jodemos a quien más queremos: “Estoy viendo a alguien más, te digo porque me lo he cogido tantas veces, que ya no puedo ocultarlo”, ésta es una de las frases más duras de la obra, la cual nos hace cuestionarnos y reflejarnos en la mirada de Tomás.
Solo una silla basta como escenografía. Los juegos de luces nos ayudan a ver la vida de Tomás apareciendo frente a nosotros y poco a poco nos damos cuenta de que todos tenemos algo él en nuestro interior: la decepción, la angustia, el miedo, la indiferencia o la derrota.
Vayan y encuentren sus propios ojos en la mirada de Tomás. 
Por Arely Dominguez. Marzo 2014

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