Wenses y Lala, amor bonito


Wenses y Lala

Amor bonito. Eso es lo que necesitamos: ver las constelaciones en los ojos de otra persona, sentirse vivo al escuchar el timbre de su voz, creer que la vida te recorre el cuerpo al contacto de sus manos. Wences y Lala es amor bonito.
A través del cariño de los personajes que interpretan Adrián Vázquez y Teté Espinoza, sentimos inocencia, amor, deseo y dolor. Un espejo de humanidad en donde nos vemos reflejados.
“Si vengo a verte cada semana, porque no puedo, porque no puedo cada mañana. Si vengo a verte cada ocho días, son muchas noches que paso lejos, tristes y frías”.
Wences y Lala también es un producto del espíritu creador de Adrián Vázquez quién combina fuerza, humor y tragedia, consolidando su estilo, y posiblemente su carrera, en la capital mexicana.
La puesta en escena comienza a un ritmo preciso, y se vuelve rápida al final que, sin restarle intensidad, se siente un ligero vacío. A lo largo de la narración, Teté canta un par de melodías que potencian las emociones de cada observador. Adrián también "canta".
Wenses y Lala

“Cuál de los dos amantes sufre más penas, ¿el que se va o el que se queda? El que se queda se queda llorando, el que se va se va suspirando”.
Teté y Adrián se formaron en la Universidad Veracruzana, ya famosa, por la excelencia de sus egresados. La escenografía y el vestuario son el ejemplo del dicho “menos es más” y el inicio de la obra es avasalladora simplemente por la presencia silente de los actores. Sin duda es una historia corta y sencilla, pero poderosa.

Wences y Lala es de esas obras que merece tener casa llena en cada función, pocas veces veremos un trabajo de interpretación tan verás de una historia de amor, bonita y real. Les aseguro que al verla recobrarán eso que tanto nos hace tanta falta: creer en el amor.
Por Arely Domínguez. Noviembre 2014



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